Que somos un animal de costumbres es algo que salta a la vista. Y es que, si algo nos ha funcionado, ¿para qué cambiarlo? Y así vivimos hasta que, por fin, nuestra empresa se va a pique y nos preguntamos, amargamente, qué hemos podido hacer mal si en el pasado ganamos dinero a espuertas. Qué ha podido pasar, si nosotros somos los mismos. Exacto: ése es el problema. Que nosotros somos los mismos pero el mercado y la competencia no. Y ahí es donde debemos incidir, ser perspicaces y saber reinventarnos.
A diario vemos empresas que envejecen con calidad, sabiendo que hacen el trabajo bien y que no necesitan aportar nada nuevo. Pero debemos saber que esto es algo completamente temporal, transitorio, y que a la larga y en todos los casos debemos cambiar alguno de nuestros procedimientos para continuar como antes. Es curioso que debamos cambiar para continuar igual.
El detonante de estos cambios puede venir de dos lugares bien diferenciados, dos variables distintas que debemos tener siempre controladas de manera meticulosa. Para ello hay que asimilar que una pequeña partida del presupuesto debe ir ahí, para que cuando debamos realizar el gasto lo veamos como una inversión.
– Cambios en el consumidor de nuestro producto
El mercado que termina adquiriendo nuestros productos no se mantiene invariable. Aprende, evoluciona y se acostumbra a nuevos escenarios. Asimismo es posible que los productos que les ofrecemos ya no les satisfagan como antes. Todo lo anterior desemboca en esta necesidad de cambio. ¿Quién nos iba a decir hace siquiera cinco años que pasaríamos de realizar los pedidos del email o teléfono a plataformas especializadas para ello incluso a nuestro carnicero de confianza? Y resulta que, ahora, el carnicero que no tiene este tipo de servicios es el que se está quedando atrás y se encuentra perdiendo clientes.
– Cambios en la competencia
Suele ser el detonante más radical, más traumático, principalmente debido a que es el más virulento y rápido. Cuando la competencia ofrece un servicio más completo o un producto claramente superior el mercado lo acepta con una rapidez increíble. Es fácil acostumbrarse a lo bueno, en pocas palabras. Lo que está claro es que si una empresa nos ofrece algo mejor, ¿por qué vamos a seguir trabajando con la anterior? La fidelidad es un factor a tener en cuenta, pero a la larga no es suficiente. Estamos hablando de negocios y, al final, cuando nuestra propia familia depende de ello, la fidelidad acaba siendo sustituida por la utilidad y el ahorro.
Por estas razones desde EBC animamos a los comerciantes y empresarios a adoptar las medidas que sean necesarias, aunque sean novedosas, para mejorar el servicio y, con ello, la imagen de marca. Asimismo es imprescindible tener estudios constantes y dinámicos del mercado y de la competencia, porque en el momento en el que ellos mejoren deberemos hacerlo nosotros. Y debemos tener en cuenta que estar siempre detrás de nuestros competidores nos quita el rol de líderes del mercado, un rol que puede reportar muchos beneficios. Sobre todo cuando muchas acciones de este tipo no conllevan un riesgo ni inversión elevados sino, en el peor de los casos, una baja aceptación por nuestros clientes.
Hay mucho que ganar y poco que perder.